sábado, 25 de junio de 2011

UN LABERINTO DE LOCOS


UN LABERINTO DE LOCOS


Érase una vez una pequeña ciudad llamada CATAPÁN, a la que se mudaron tres hermanos con sus dos padres.

Elisa era una de los tres hermanos, tenía los ojos fucsia con unas pestañas pequeñas, un pelo liso como la seda y de color rubio.
Javi era otro de los tres hermanos, tenía los ojos azules, su pelo era negro como un mirlo, y tenía las orejas finas.

Por último está Andrés que es el más pequeño de los tres, tenía el pelo marrón, sus ojos eran verdes y su cuello pequeño y ancho.

Se mudaron a una casa con el tejado rojo y las paredes amarillas. Pero la casa por dentro parecía mas grande que por fuera. Los hermanos descubrieron un cuarto que solo tenía una mesa con un juego sobre ella. El juego tenía un botón, al pulsarlo de repente les apareció  un laberinto gigante.

Los hermanos exclamaron -¡¿pero que es todo esto?!

Después los hermanos se propusieron una cosa y uno de ellos dijo: -¡ya sé! vamos a dividirnos y hacer una carrera, el primero que salga del laberinto será el ganador.

-¡Vale! Dijeron los otros dos hermanos. Entraron todos y se dividieron por distintos caminos.

Ese laberinto era tan difícil de superar, que cualquiera se perdía al empezar. Todas las paredes estaban decoradas con extrañas señales que parecían querer decir algo, el secreto estaba en descifrar esas señales. Los hermanos decidieron analizar las señales para intentar salir del laberinto, para ello se reunieron en una sala donde había cuatro puertas, cada uno de ellos elegía una puerta para averiguar cual era el resultado.

Andrés y Javi decidieron salir por una misma puerta, y se llevaron una sorpresa cuando salieron y se encontraron otra vez en la misma sala. Elisa, asustada, decidió quedarse en la misma sala.

Después de esta sorpresa tan confusa, volvieron a hablar sobre como salir del laberinto. Fijándose muy bien en las señales del resto de las puertas, observaron que en una de ellas se podía ver la forma de un sol sobre una montaña, entonces los tres agarrados de las manos y corriendo salieron por esa puerta y consiguieron salir del laberinto.

Finalmente guardaron el juego y todos vivieron felices en su nueva casa.


                                                 Autor: Manuel Camino Cordero 4º B





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