sábado, 25 de junio de 2011

LAS LOCURAS DE UN PIRATA


LAS LOCURAS DE UN PIRATA
            Hace ya mucho tiempo, cuando los piratas cruzaban los siete mares en busca de tesoros, existió una vez un chico llamado John que, más tarde, descubriría los secretos de la piratería.
            Era un chico moreno, de ojos claros de un verde intenso, era alto, tenía trece años y era
huérfano. Vivía en las calles de Londres… hasta aquel encuentro en una taberna:
            Esa tarde, John se había refugiado en una taberna debido a la lluvia, iba a sentarse en una mesa cuando alguien lo llamó:
            -¡Eh, chico!- John se volvió y vió, asustado, a seis piratas que lo miraban expectantes y, de mala gana se acercó.
            -¿Cómo te llamas?- preguntó el que parecía ser el capitán.
            -John-, respondió.
            -Me resultas familiar, ¿y tus padres?, ¿no serás por casualidad hijo de un tal Óscar?
            -No tengo padres, soy huérfano, pero sé que soy hijo de un tal Óscar -añadió.
            -Tu padre era uno de los mejores piratas que ha habido a bordo de “La Venganza del Océano” pero nos dejó y conoció a esa Ana y se fue con ella. ¿Te gustaría venirte con nosotros? Seguro que tienes las cualidades y el carácter de tu padre.
            John no respondió enseguida, estaba asustado, pero por otra parte, quería saber más sobre sus padres así que… asintió.
            -Bien pues, yo soy el capitán Bill El Terrible, y estos son algunos de los hombres de la tripulación -dijo señalando a los demás-, partiremos al amanecer, y ahora descansa muchacho, nos veremos en el puerto mañana a primera hora, hasta luego.
            Y dicho esto, se levantaron y se fueron dejando solo a John, quien no podía contener su asombro: ¡Iba a navegar con piratas!

            Al día siguiente, estaba listo en el puerto con el capitán y subieron al barco, que era enorme.
            -Partiremos enseguida, ¡alzad las velas! – gritó.
            John vió cómo Londres se alejaba, pensando en sus padres, pero una voz lo sacó de sus pensamientos:
            -Vamos  rumbo a la isla de las Calaveras, dicen que hay un tesoro enorme y que sus habitantes tienen el mapa.
            Así pasó una semana y John se pasaba los días limpiando la cubierta, alzando las velas y charlando con la tripulación sobre qué tipo de tesoro encontrarían. Al fin, el séptimo día un hombre gritó:
            -¡Tierra, tierra a la vista!, -y todos los hombres desembarcaron hacia una isla con forma de calavera.
            Cuando llegaron al poblado, el jefe preguntó:
            -¿Qué queréis de nosotros?-
            Solamente, el mapa del tesoro de esta isla –dijo el capitán.
            El jefe se negó y entonces, el capitán sacó la pistola y dijo:
            -Tráelo si no quieres que te mate.
            John, se interpuso entre el jefe y la pistola.
            -No- dijo.
            Antes, le había gustado ser pirata, pero ahora había descubierto las locuras que hacen los piratas y no le gustaba nada. Le quitó la pistola de un manotazo y la cogió apuntándolo a él, diciendo:
            -Salga de esta isla y no vuelva jamás.
           
            -Eres igual que tu padre -dijo con odio-, no le gustaba matar. Bien me iré, pero me vengaré.
            Y se marchó, y no lo volvieron a ver más en esa isla, pero John sabía que iba buscando tesoros en otras islas, matando a gente. Pero se dijo: “Cuando sea mayor acabaré con él.”
            Y al final se quedó a vivir en la isla de las Calaveras y fue muy feliz.
                       
                                                Autora: María José Minuesa Grau, 6ºA, 11 años 

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