LA ESMERALDA DE LA PIRÁMIDE
Esto era una vez , una niña llamada Lidia, era alta y delgada, tenía los ojos azules y el pelo rubio. Lidia tenía una abuela llamada Tinka. Su abuela era la aventurera más famosa de todos los tiempos. Había recorrido la selva, los mares más profundos, había ido a los Polos... Hasta que un día se adentró en una pirámide y nunca regresó.
Todo el mundo decía que se había perdido, otros que desapareció sin más, pero nunca la encontraron. Más tarde nació Lidia, y se hizo mayor. Un día le preguntó a su madre:
-Mamá, ¿sigue la abuela en esa pirámide?
-No lo sé, Lidia, hace más de nueve años que no se sabe nada de ella. La echo mucho de menos.
Lidia se preocupaba mucho. Tenía un gran deseo de conocerla y hablar con ella. Todas las noches miraba al cielo y se preguntaba si la conocería, y suspiraba.
Hasta que un día, subió al desván de su casa para coger un jarrón para sus flores. En una esquina del desván, había un cofre negro, con una espesa capa de polvo encima, se decidió a abrirlo. También se encontró una cajita, con un sol amarillo dibujado en la tapadera, también la abrió. Dentro había una esmeralda verde. Ella la cogió y pensó que tal vez era de su abuela. Pensó tanto en ella que al poco tiempo se encontró dentro de una sala oscura, rodeada de antorchas con fuego. Lidia cogió una, y vio que había pintadas en la pared, que el suelo tenía tierra, que las paredes eran distintas... hasta que dijo:
-¡Esto... esto... esto es una pirámide! ¿Pero cómo he llegado hasta aquí?¿¡Holaaaaaaaa?!¿Hay alguien ahí?
Lidia se decidió a dar un paso, luego otro , hasta que empezó a caminar. Estaba temblorosa, sus ojos llorosos y asustados, su expresión daba pena. A los dos metros, se encontró en una sala oscura con cuatro caminos. Entonces la esmeralda le empezó a brillar, ella se la sacó del bolsillo y ésta dijo:
-Tu abuela escogió el tercer camino.
Lidia , escogió ese camino y siguió caminando. Pasado un tiempo, vio cómo delante de ella el camino estaba cortado. Volvió a coger la esmeralda y ésta le dijo:
-Da tres pasos a la derecha y uno hacia delante. Después da tres golpecitos a la pared. Y así lo hizo. De repente, una palanca se activó y un trozo de suelo se levantó, lo que le permitió poder avanzar. A continuación, salió a un pasillo largo y oscuro. Volvió a coger la esmeralda, que comenzó a brillar, y comenzó a decirle:
-Tira una piedra y cuando las trampas estén desactivadas, sal y corre.
Realizó las indicaciones que la esmeralda le había dado. Cuando pasó el pasillo vio cómo se quedaron atrás varias flechas, arañas, serpientes venenosas... Entonces dijo:
-Uff... por los pelos...- suspiró.
De repente, empezó a escuchar unas voces:
-¿Hay alguien ahí?¿Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa?¿Eres tú mi nieta?¿Lidia?-dijo una voz temblorosa. Lidia se quedó asustada, pero decidió avanzar. Entonces salió a una gran sala, donde había una gran puerta. De allí salían las voces. Cuando abrió la puerta encontró a su abuela, entonces dijo:
-¿¡Abuela!? ¿Eres tú?
-¡Sí, soy yo! Me quedé encerrada cuando intenté buscar el tesoro del “Faraón Perdido”. Alguien debió cerrarme la puerta. -dijo su abuela.
-¡También caí en esta trampa! ¡Ahora, antes de que sea demasiado tarde!¡Ayúdame!¡O si no seré la comida de estos cocodrilos!-exclamó nerviosa su abuela.
Lidia cogió la esmeralda , donde en ésta leyó:”Ya no es cuestión de azar o miedo, ya es cuestión de confianza y sabiduría”.
Lidia cogió una cuerda y se la echó a su abuela. Ella la cogió. Mientras tanto Lidia la enroscó a una palanca y tiró con todas sus fuerzas. Entonces rescató a su abuela. Las dos se abrazaron y se cogieron de la mano. Volvieron a coger la esmeralda y se trasladaron a casa de Lidia. Cuando regresaron todo fue alegría.
¡¡Desde ese día todo fue normal!!
Autora: María Collado Rodríguez. 5ºA. 11 años.
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